Fermín Sánchez, logopeda de la Unidad de Alimentación y Disfagia de la Fundación NIPACE.
En nuestra cita mensual con el Rincón Formativo de NIPACE, hoy os vamos a hablar de la incorporación de alimentos en el desarrollo típico y qué se necesita desde el punto de vista motor global.
Ya desde el momento del nacimiento, el aporte nutricional se va a realizar con la puesta en funcionamiento de una serie de movimientos orofaríngeos, que conocemos como succión y para ello se necesita un adecuado componente de flexión activa.
Generalmente, en torno a los 6 meses, es necesario que se incorporen nuevas formas de alimentación y para poder hacerlo, a nivel motor global, ya tendríamos:
La adquisición progresiva de estabilidad postural en boca arriba y, sobre todo, en boca abajo, lo que va permitiendo que se den activaciones a nivel de raíz de la lengua y de la faringe, así como mayor libertad de movimiento de mandíbula y por tanto de lengua.
Gracias a esto, habrá sido posible el proceso de cambio progresivo oral, desde los patrones más reflejos a los más controlados y voluntarios.
Existiría capacidad de control de cabeza y de parte superior del tronco, lo cual hace que haya una disposición distinta en el cuello, con más tendencia a la elongación, con una separación mayor entre faringe y laringe, facilitando así que se puedan deglutir nuevas consistencias.
Ya serían posibles nuevos aprendizajes orales para realizar tareas de aplastado, bien sea para tomar puré/papilla desde la cuchara y/o para alimentos más consistentes como algún trozo de fruta con su propia mano.
A partir de aquí, y en adelante, se irá incrementando la capacidad de control postural de tronco. Esta mayor estabilidad permitirá que aparezca mayor libertad de movimientos a nivel oral y mayor variedad de los mismos.
Asimismo, desarrollará más capacidad de movilidad en manos para participar de forma activa en la alimentación y contribuir con el componente ojo – mano – boca, a que se vayan dando movimientos orales más específicos para cada alimento
Si a todo esto le añadimos el hecho de iniciar con las transferencias de peso hacia uno y otro hemicuerpo cada vez más coordinadas, que acabarán materializándose en los volteos, tendríamos que:
– Habrá una mayor conciencia y presencia de los laterales orales en los procesos de alimentación, así como de la propia línea media oral.
– Y más capacidad de movimientos linguales globales hacia los laterales intrabucales.
Aquí hablaríamos de la habilidad oral de mascado, donde se dan procesos más avanzados en la elaboración de los alimentos, pero aún con movimientos en conjunto en planos verticales y horizontales.
Sobre los 9/10 meses, que es el momento en el que ya puede haber aparecido el gateo, estaría ya consolidado el componente de rotación activa de tronco.
Esta capacidad de rotación global, posibilitará la inclusión de patrones de movimientos de rotación en la lengua y en la mandíbula, teniendo cada una de estas estructuras movimientos libres, y coordinados, en los planos vertical, horizontal y diagonal.
Es por tanto a partir de esta situación, y no antes, cuando se podría empezar a hablar de una primera forma de masticación, que supondría la base de una posterior masticación más madura en posteriores etapas evolutivas.
Para cualquier duda, sugerencia o comentario, ya sabéis que estamos a vuestra disposición en Fundación NIPACE.