A lo largo de los últimos capítulos del Rincón Formativo de Nipace hemos ido hablando de los primeros trimestres de vida del bebé. Hoy nos centramos en el cuarto trimestre, que va desde los 10 meses hasta los 12 meses.
Hemos de tener en cuenta que en todo momento nos referimos a los hitos motores más significativos desde un desarrollo normo ideal, siendo conscientes de que dependiendo de las experiencias previas que haya vivido el bebé o niño y de la maduración del SNC, existen las llamadas ventanas de oportunidad, ya que cada bebé lleva su ritmo. En cualquier caso, es importante conocerlo para poder detectar posibles signos de alarma y poder intervenir lo más tempranamente posible.
Recordemos que nuestro pequeño tiene una intención de movimiento y curiosidad por el entorno mucho mayor. Además, se manifiesta un interés enorme por elevarse e investigar objetos en superficies más elevadas. En este momento nuestros niños comienzan a ponerse de pie en un proceso que se conoce como verticalización.
Después de varios intentos de ponerse de pie, con apoyos anteriores a diferentes superficies como es el sofá, una silla, una caja… lo consiguen y por lo tanto ven el mundo desde la vertical. Esto les hace tener una perspectiva diferente. Sin embargo, en sus primeras veces se encuentran encajonados, ya que no saben qué hacer desde esa posición por lo que suelen bajar al suelo de nuevo para desplazarse mediante el gateo.
Ahora este gateo que venía madurando ya desde meses atrás, es un gateo maduro, cruzado que lo utilizan para recorrer largas distancias y a velocidades altas.
Según se repiten las nuevas experiencias y su interés y motivación sigue aumentando por el entorno que le rodea, desde la vertical (todavía apoyado sobre una superficie) consiguen soltar una mano y girarse hacia un lado y hacia otro.
Además si tienen dos superficies cerca pero separadas, comienzan a realizar marcha lateral y realizar lo que se conoce como “marcha entre islas”.
Y por último, llegará un día en el que su cuerpo esté preparado para soportar todo el peso sobre sus articulaciones y después de mucho ensayo error conseguirán la marcha libre.
Ésta en un primer momento será con una gran base de sustentación y miembros superiores en apertura. Ante cualquier desequilibrio, por pequeño que sea, bajarán al suelo y seguirán su desplazamiento a través del gateo hasta volver a intentarlo en otra ocasión, debido a otra gran motivación que encuentren por el camino.
A partir de este momento, la marcha irá madurando y seguirán experimentando con su cuerpo desde la posición en vertical. Realizarán ajustes continuamente de su cuerpo ante desequilibrios externos.
Para levantarse desde el suelo, las primeras veces lo realizarán desde la posición de “oso” y poco a poco irán perfeccionando la técnica hasta conseguir, en etapas mucho más posteriores, la posición de caballero y desde ahí levantarse sin ayuda de sus miembros superiores.
“Lo esencial es que el niño descubra por sí mismo el máximo de cosas posibles. Si le ayudamos a solucionar todas sus tareas, le quitamos justamente aquello que es lo más importante para su desarrollo mental. El niño que logra algo por medio de experimentos autónomos adquiere conocimientos completamente distintos a los de un niño al que se le ofrece previamente la solución” Emmi Pikler